martes, 14 de abril de 2009

La casa de los Espíritus - Capítulos X-XII

Capítulo X La época del estropicio
Luego de que Clara murió, Esteban se encerró con ella y le dijo todo lo que no le
pudo decir en años. Luego la arregló y la enterraron junto con la cabeza de su madre. Su funeral fue monumental y acudieron multitudes de personas de diferentes tipos y clases.
A partir de ese momento, la vida en la casa de la esquina cambió totalmente. Ya no había alegría, ni espíritus ni visi
tas. La casa se hizo ruinas y ya nadie veía ni cuidaba el jardín. Todo se estropeó y rompió, sólo el cuarto de Clara quedó intacto. Jaime y Nicolás perdieron su poco interés en la familia y su presencia ya casi ni se sentía.
Jaime trabajaba en el hospital y atendía a los pobres en sus ratos libres. Nicolás juntó un grupo de gente para impartir sus nuevos conocimientos. Alquiló un local y fundó la IDUN (Instituto De la Unión con la Nada). Esteban, alterado por los escándalos provocados por su hijo fue a la IDUN con dos matones y destro
zaron el local. Nicolás, en respuesta, se desnudó frente al Congreso en señal de protesta, clamando, junto sus seguidores, por sus derechos y por libertad de culto. A Esteban le dio un paro cardíaco sólo de la ira que sintió. Una vez que se recuperó, mandó a Nicolás al extranjero para que no volviera jamás, dándole dinero suficiente para vivir un tiempo. Luego, se enteró de que Nicolás fundó una Academia en Estados Unidos y que se hizo famoso y rico.
Esteban metió a Alba en un colegio inglés para mujeres, en el que su nieta se aburría muchísimo. La directora notó su conducta diferente y extravagante y habló con Blanca para que la pusieran en un colegio de monjas españolas, pero Esteban no lo permitió y movió todas sus influencias para que Alba no fuera expulsada. Blanca, por su lado, quería que Alba estudiara para no depender de nadie cuando sea mayor.
Esteban construyó un mausoleo para Clara lleno de lujosos y costosos detalles y las estatuas de las dos hermanas del Valle a las q
ue había amado. Como no pudo trasladar el cadaver de Rosa al mausoleo decidió robarlo. Junto con Jaime robaron el ataúd del cementerio. Una vez estubo fuera de la tierra, lo destaparon para ver a Rosa. No había cambiado en nada. Esteban la besó suavemente y, luego, una brisa la convirtió repentinamente en una calavera polvorienta.
Esteban estaba preocupado por sus campañas y porque los socialistas estaban ganando poder. Él quería terminar con todos los comunistas y, aunque le decían que se calme, la situación lo preocupaba. Debido a la falta de tiempo, ya no iba las Tres Marías, pero no vendió el terreno.
En este capítulo también acontece el funeral del conde, al que solo asistieron Blanca y Alba.
Para calmar a Esteban, sus amigos lo llevaron al Cristóbla Colón que había crecido y ganado fama. Aquí, Trueba se reencontró con Tránsito Soto, quien lo atendío disfrazada de Afrodita. Ahora el prostíbulo estaba dirigido por una comunidad o asociació
n y les iba muy bien. Sin embargo, a pesar de tener relaciones con Tránsito, Esteban pensaba en Clara y lloró por ella. Tránsito lo calmo y arrulló como a un niño, dejándolo más tranquilo, pero aún triste.

Capítulo XI El Despertar
Alba abandonó la infancia a los 18 años, cuando dibujó un corazón en su mural (estaba enamorada) y recordó su infancia por las pinturas, despidiéndose de ella. Terminó el colegio y esudió filosofía y música.
Su enamorado Miguel era un estudiante izquierdista, que cursaba derecho. Se enamoraron a primera vista pero Alba prefirió no revelarle su segundo apellido ni a él ni a sus amigos. Alba se unió al grupo de izquierdistas que lideraba Miguel, que siempre hablaba de revolución y de derechos, influyendo mucho sobre ella. Miguel tomó la Universidad con los estudiantes y el profesor Sebastián Gómez en apoyo a la huelga de trabajadores. Pasaron varias noches ahí, hasta que los ánimos flaqueaban y
la gente se puso tensa. Alba tuvo una inusual menstruación y se debilitó mucho, y en vista de esto y de que no era más que un estorbo, la sacaron de la trinchera.
Al sacarla, un carabinero la apuntó; era E
steban García. Él descubrió su identidad a los demás, quienes la rechazaron al instante por ser nieta del Senador Trueba. Ya sola, ordenó a García que la lleve a su casa.
Mientras se recuperaba, Alba recordó cómo conoció a Esteban García. Recordó que cuando cumplió 14 años estaba sentada en la glorieta de su jardín, esperando a que su tío Jaime llegara a llevársela a comprar su regalo de cumpleaños, cuando del despacho de su abuelo salió este carabinero, quien se sentó a su lado y le dio un beso forzado y asqueroso.
Cuando la volvió a ver, a Miguel se le esfumó la ira de que Alba fuese nieta de Trueba y volvió a estar con ella. Cuando el deseo cobró mayor protagonsimo en su relación, decidieron ir a los cuartos más apartado de la casa de la esquina para estar en privado, y terminaron por establecer su nicho de amor en el sótano, donde Alba ant
es jugaba.
Aunque ya estaba viejo, Esteban no dejaba la política. Jaime, por otro lado, había adoptado una posición neutra para no alterar a su padre. La campaña política contra el comunismo empezó; un día, Jaime notó que en las calles habían carteles alusivos a su padre, en los que una madre suplicaba a un soldado de Moscú que
le devuelva a su hijo. Eso fue demasiado para él, por lo que abandonó la casa de la esquina y fue a vivir al hospital.
Miguel, entonces, le contó a Jaime que su hermana estaba muy enferma y le rogó que la examine. Si bien Jaime no compartía sus ideas y no le simpatizaba mucho, fue verla y descubrió que su hermana era Amanda. Estaba delgadísima, a
marilla y descuidada. Tenía los brazos y piernas llenos de cicatrices y marcas de pinchazos e inyecciones. La única forma de salvarla era internarla para que la desintoxiquen.

Capítulo XII La conspiración
Tal como lo predijo Jaime, la izquierda ganó. Esteban Trueba se sentía indefenso y vulnerable por su posición ante el Nuevo gobierno. A las pocas horas, el país estaba celebrando y la gente marchaba y cantaba por las calles. Sin embargo, la crisis no tardó en llegar; los pasajes aéreos se agotaron y las casas valían la mitad de su precio, además los dos bandos peleaban entre sí.
Trueba y sus compañeros derechistas, estaban dispuestos luchar hasta el fin para sacar a la izquierda.
Pedro Tercero tuvo un gran cambio en su vida: obtuvo un puesto en el gobierno. Él tenía un poco de miedo pues no estaba preparado, pero el presidente le dijo que no se preocupara porque, como era popular, todo se le perdonaría.
La racionalización y desabastecimiento de víveres comenzó y se empezaron a hacer colas larguísimas para comprar lo que sea. Blanca, al igula que muchas otras mujeres, empezó a almacenar alimentos y otras cosas en su casa, a pesar de que no las necesitara. Lo que no sabía el resto era que el el bando de la derecha estaba detrás de el conflicto.
Alba, preocupada por Miguel, robaba víveres que su madre compraba de contrabando para dárselos. Esteban, mientras tanto, guardaba armamento. Cuando Alba lo supo, se lo contó a su tío Jaime. Ambos fueron y entraron al cuarto donde Esteban guardaba las armas, y las sacaron y guardaron en bolsas. Luego, con el pretexto de ir de excursión, fueron a las montañas y las enterraron.
Por otro lado, la ausencia de un patrón en "Las Tres Marías" durante tres años y medio hizo que los campesinos se volvieran sus propios amos y toda la hacienda se vino al suelo. Empezaron a cultivar lo que querían, abrieron los vinos de su bodega, sacrificaron los toros reproductores y se comieron las vacas importadas y las gallinas ponedoras.
Ni bien se enteró, Esteban fue con su chofer y un arma a poner orden, pero fue capturado y convertido en un rehén de los campesinos.
El presidente izquierdista no estuvo de acuerdo con ello, pues su gobierno podría caer, por lo que mandó muchos carabineros para sacar a Trueba sin lograrlo.
Blanca, desesperada, buscó a Pedro Tercero para que ayude a sacar a su padre. Gracias a unas breves frases que intercambiaron, Alba se enteró que Pedro era su padre. Finalmente, logran sacar a Esteban.
Una tarde, Luisa (la menor de las hermanas Mora), llegó a casa de los Trueba presagiándoles muerte, dolor y sufrimiento.

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